LA PROEZA DE LLEGAR

LA PROEZA DE LLEGAR
No es la última mirada la que marca nuestro destino

martes, 27 de abril de 2010

Sobreviviendo

Hay días que podríamos pasarnos horas conjugando el verbo reflexivo cabrearse. Nos pasa a todos muy frecuentemente, y se nos olvida eso de reflexionarle, y lo de contar hasta veinte, respirar hondo unas cuantas veces, o echarle humor a la vida. A mí, al menos, me pasa mucho y más últimamente, que parece que en vez de hablar sentencio, y que ando fingiendome una valiente spiderwoman en blanco y negro. Es lo que tiene vivir sobreviviéndose, sin creerse el papel. Improvisar tiene sus riesgos, y sus retahílas, tacos incluidos. Uno se cansa de las peripecias cotidianas elevadas a la enesima potencia del desatino: te levantas con la hora pegada porque últimamente nunca descansas lo suficiente, y resulta que  están de obras en la rotonda y tienes que dar la vuelta tres calles más abajo. El coche cada día es más grande y los aparcamientos más minúsculos, y más caros, que el verde ha envidado al azul por orden municipal, y como te descuides dos minutos te despides de los noventa euros que tenías para terminar la semana. Qué vas al banco, pues preparaté, ya no se conforman con recordarte en el extracto que eres más pobre que ayer pero menos que mañana, no, te medirán, te tallarán y si en la caja no tienen buen día, hasta te agrian el cafe del día siguiente. Y luego como tengas que hacer la compra entre trabajo y trabajo, terminó el palomo de hacerte la completa. Y luego, llega a casa, rezando para que todos hayan tenido mejor día...Según lo pienso, me voy cabreando ya un poquito, asi que lo dejaremos abierto hasta mañana, pues ya se sabe, esto es lo que tiene de cansino ir sobreviviendo.



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